Foto a la izquierda: niño cuyo nombre, por supuesto, ignoramos. No así su nacionalidad: Etiopía. 82 millones de habitantes y decenas de millones de ellos niños malnutridos o, simplemente, muertos de hambre en vida (si así es que podemos llamarla).
Foto a la derecha: un gordito sonriente del que, además, sabemos el nombre: Kim Jong-un. También sabemos su nacionalidad: Corea del Norte y también sabemos que es el Presidente de ese país de 24 millones de habitantes. Padece el país, claro, no su Presidente, una hambruna crónica desde 1990 fecha en que la URSS dejó de suministrarle alimentos.
Diario "EL PAIS" de 1 de marzo: Estados Unidos de América enviará 240.000 toneladas de alimentos al régimen norcoreano.
Bien, está muy bien dar de comer al hambriento (obra de misericordia, por cierto); pero el problema es que, a pesar de toda la riqueza que tiene el amigo americano, ayuda a unos sí y a otros no. Vaya problemón para el que tiene que decidir, pensaríamos los un poco ingenuos o poco avisados. Pues no, no debe de ser un gran problema, porque en la misma noticia podemos leer que, a cambio de esa ingente cantidad de alimentos, Corea del Norte paraliza su plan nuclear.
Moraleja: si quieres comer tienes que tener la bomba atómica (o casi). Beati possidentes (para los de la LOGSE: "felices los que poseen"). Así es la cosa.
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