Este joven de la fotografía de la izquierda (Bilbao, 1975), bien parecido y al que perdonamos las manos en los bolsillos, se llama Jordi Albareda. Fundó hace diecisiete años la coral San Antonio de Ilarabarri que cuenta hoy con la friolera de 8o miembros y goza del privilegio de contarse entre las formaciones vascongadas más prestigiosas en su género.
Gracias a la entrevista que le hace Ana Garralda para EL PAÍS en Belén (Israel) sabemos algo de su vida y de su manera de pensar. A raíz de una visita a Tierra Santa en 2010 empezó a “tomar conciencia del problema de Palestina y de los palestinos cristianos en particular” y fraguó la idea de viajar hasta allí con el coro tras haber donado fondos a una treintena de ONG. Así contactó con Magnificat, la coral del Santo Sepulcro. “Reunimos algo de dinero y ellos nos invitaron a acompañarles durante el Domingo de Resurrección”.
Yo no tengo la satisfacción de haber estado en Israel y, por tanto, no conozco el Santo Sepulcro; pero aquellos que sí lo han conocido afirman unánimemente que el lugar produce una especial emoción. Comprensible, pues, que esta gente de Bilbao cuya afición es algo tan sencillo como cantar, utilicen con profusión adjetivos como maravilloso, inimaginable, etc, para describir su experiencia.
Si tiene el lector amigo un poco de tiempo, puede conocer mejor esta coral y disfrutar oyéndola en el enlace:
En la foto de la derecha: José Luis Gamarra (Bilbao, 1947) en el banquillo durante el juicio en la Audiencia Provincial de Vizcaya. El tribunal le ha condenado a seis años de cárcel. Esta es la pena impuesta por la Audiencia de Bizkaia al expresidente de la ONG Anesvad, con sede en Bilbao, por un delito continuado de apropiación indebida de fondos de la entidad entre 1996 y 2006. En total, se adueñó de algo más de 7,5 millones de euros procedentes de aportaciones de socios, colaboradores y donaciones, según la sentencia.
«A Nuestros Enfermos Servimos Viendo A Dios». Con ese lema por norte, José Luis Gamarra Aranoa creó Anesvad en 1968. Conmocionó a España con sus anuncios en televisión de leprosos que pedían ayuda. Las arcas de Anesvad se llenaron de dinero y los bolsillos de su presidente también.
Son maneras diferentes de entender las cosas y juzgue el lector.
NOTA: Dedicado a un amigo de Bilbao que siempre me critica andar por lejanos caminos en este mundo.