jueves, 26 de abril de 2012

Gente de Bilbao

Este joven de la fotografía de la izquierda (Bilbao, 1975), bien parecido y al que perdonamos las manos en los bolsillos, se llama Jordi Albareda. Fundó hace diecisiete años la coral San Antonio de Ilarabarri que cuenta hoy con la friolera de 8o miembros y goza del privilegio de contarse entre las formaciones vascongadas más prestigiosas en su género.

Gracias a la entrevista que le hace Ana Garralda para EL PAÍS en Belén (Israel) sabemos algo de su vida y de su manera de pensar.  A raíz de una visita a Tierra Santa en 2010 empezó a “tomar conciencia del problema de Palestina y de los palestinos cristianos en particular” y fraguó la idea de viajar hasta allí con el coro tras haber donado fondos a una treintena de ONG. Así contactó con Magnificat, la coral del Santo Sepulcro. “Reunimos algo de dinero y ellos nos invitaron a acompañarles durante el Domingo de Resurrección”.

Yo no tengo la satisfacción de haber estado en Israel y, por tanto, no conozco el Santo Sepulcro; pero aquellos que sí lo han conocido afirman unánimemente que el lugar produce una especial emoción. Comprensible, pues, que esta gente de Bilbao cuya afición es algo tan sencillo como cantar, utilicen con profusión adjetivos como maravilloso, inimaginable, etc, para describir su experiencia.

Si tiene el lector amigo un poco de tiempo, puede conocer mejor esta coral y disfrutar oyéndola en el enlace:



En la foto de la derecha: José Luis Gamarra (Bilbao, 1947) en el banquillo durante el juicio en la Audiencia Provincial de Vizcaya. El tribunal le ha condenado a seis años de cárcel. Esta es la pena impuesta por la Audiencia de Bizkaia al expresidente de la ONG Anesvad, con sede en Bilbao, por un delito continuado de apropiación indebida de fondos de la entidad entre 1996 y 2006. En total, se adueñó de algo más de 7,5 millones de euros procedentes de aportaciones de socios, colaboradores y donaciones, según la sentencia.

«A Nuestros Enfermos Servimos Viendo A Dios».  Con ese lema por norte, José Luis Gamarra Aranoa creó Anesvad en 1968. Conmocionó a España con sus anuncios en televisión de leprosos que pedían ayuda. Las arcas de Anesvad se llenaron de dinero y los bolsillos de su presidente también.

Son maneras diferentes de entender las cosas y juzgue el lector.


NOTA: Dedicado a un amigo de Bilbao que siempre me critica andar por lejanos caminos en este mundo.



viernes, 13 de abril de 2012

Congreso Internacional de la Felicidad

El lunes 9, primer día después de la Semana Santa, me desayuné periodísticamente con la noticia siguiente: Hoy da inicio el II Congreso Internacional de la Felicidad en los Teatros del Canal. Hasta aquí el titular.

Confieso que así, de modo inmediato, me dió un vuelco el corazón: ¡ay, la felicidad!. Al poco, me entró  una imperiosa curiosidad; tenía que saber, tenía que enterarme de qué iba la cosa; al fín y al cabo, todos sabemos que esto de la felicidad es como una zanahoria, quiero decir que siempre vas corriendo en pos de ella y... También es verdad que, casi al tiempo, me puse un tanto en guardia; no sé, no sé, esto de un Congreso de la Felicidad!. ¿Habrá que ser auténticamente feliz para participar?. ¿Y si los participantes no llevan camisa, como en el viejo cuento?. En cualquier caso me dispuse de inmediato a leer el artículo para enterarme de los pormenores del Congreso que paso a contarles sin ánimo exhaustivo.

¡Llega el II Congreso Internacional de la Felicidad de Coca-Cola!

Así empieza la cosa. He "copiado y pegado" ut supra (el latinismo no lo pongo para fardar sino para compensar la vergüenza ajena que me invadió cuando lo vi). El Congreso, internacional él, segundo él, tiene lugar en Madrid por segunda vez. Ya esto me fastidió un tanto porque me pareció un poco cutre la internacionalidad repetida en el mismo país y en la misma ciudad; ¡caray, si en el siglo XIX hasta los congresos de la Internacional Socialista se hacían en ciudades distintas!. Pero ¡pelillos a la mar! y sigo leyendo. Vamos a ver quién organiza el evento:

¡El Instituto Coca-Cola de la Felicidad!
nada  más y nada menos; mi corazón se resiente y noto que las pulsaciones se me disparan. Tengo que averiguar de inmediato qué es este Instituto, buso su web y me encuentro lo siguiente:

"El Instituto Coca-Cola de la Felicidad es una iniciativa creada por Coca-Cola. Nació en 1997 cuando los españoles declararon en un estudio independiente que Coca-Cola era la marca que más asociaban a la felicidad. Desde entonces Coca-Cola ha movilizado su capacidad para reunir a los más destacados expertos en felicidad y transmitir todo su conocimiento entre los ciudadanos, con la ambición de poder contribuir para crear una sociedad mejor."
Sigo leyendo: el programa del Congreso consiste en dos mesas redondas dirigidas por los destacados expertos en felicidad; día 9: "La felicidad en los medios"; día 10: "Invertir (sic!) en felicidad".

Por cierto, la entrada para participar en esta bacanal de felicidad costaba 40 euritos de nada. Además, unas señoritas ataviadas en rojo (que es el color corporativo de la empresa patrocinadora) daban a los participantes, según iban entrando, una botella de Coca-Cola (obvio) con una flor roja (también corporativa); eso sí: la botella ¡vacía! (ver foto).

Al día siguiente, martes, pude leer una entrevista que hacen a un tal Matthieu Ricard, al que de modo taxativo se le reconoce como el hombre más feliz del mundo y que, suponemos, es el más experto de los destacados expertos.

Como, aparte del valor, se les supone a ustedes la inteligencia, les ahorro los comentarios.

¡La chispa de la vida!.





viernes, 6 de abril de 2012

Procesiones


Friso del Partenón

 Sin lugar a duda, si a un residente en España le preguntamos qué es lo más característico de la Semana Santa contestará que las procesiones. Están por doquier del territorio nacional, están en los informativos de la mañana, mediodía y noche, incluso están en las redes sociales como trend topic. España esta semana es una procesión, hasta el punto de que los espíritus fuertes necesitan hacer su propia procesión atea que es algo así como querer hacer una tortilla sin romper huevos.

Las procesiones son probablemente tan antiguas como las religiones, entendidas como conjunto de creencias y prácticas rituales de grupos de personas y tenemos constancia de ello desde la más remota antigüedad. En un maravilloso trozo del friso del Partenón, que como todos ustedes saben está en el British en lugar de en algún museo de Grecia, podemos contemplar las encantadoras figuras que representan la procesión de las panateneas, la más importante festividad religiosa de la Grecia Clásica.

Pero vamos a “las nuestras”, las que tenemos alrededor; veamos cual es su historia y significado. Se equivocaría quien pensara que la clerecía se confundiera con el pueblo desde su posición dominante en el Imperio a raíz del Edicto de Tesalónica otorgado por Teodosio en el 380. El clero constituyó durante muchos siglos una casta apegada al poder político mucho más atenta a conservar y ampliar sus privilegios que a la tarea de apacentar su rebaño. Quizá precisamente por eso, porque el pueblo ignorante, analfabeto y embrutecido eran ovejas que se dejaban llevar sin muchos problemas y a la descarriada no se la iba a buscar y se la traía amorosamente en brazos como hace el Buen Pastor; se la mataba y, a ser posible, con una muerte pública y cruel.

Las cosas cambian en la Baja Edad Media. En los siglos XIV y XV, la aparición y difusión de las órdenes mendicantes supuso un cambio en la vivencia religiosa de los fieles, pues estas órdenes pretendían un acercamiento de lo sagrado al pueblo, y el adoctrinamiento y enseñanza de éste en los misterios de la fe.

Y aún más tarde, a raíz de la Reforma y el Concilio de Trento es cuando las procesiones adquieren una enorme importancia, cuando la Iglesia Romana ve en este tipo de actos un poderoso instrumento de evangelización y persuasión, en un marco donde el impacto visual de la imagen era más efectivo que la simple lectura de relatos bíblicos. En España surje una escultura tremendamente realista, cuyas señas de identidad son la talla completa, el dolor expresado con abundancia de sangre, un profundo dinamismo, la caricaturización de los personajes malvados, el intenso modelado y unos rostros con fuerte expresividad. Por alguna misteriosa razón el Barroco se convierte en el arte español por excelencia, tan español como la Fiesta de los Toros o Pablo Ruiz Picasso.

La necesidad de manifestar públicamente estas adhesiones religiosas conduce inexorablemente a las procesiones en las que el sentimiento religioso y la emotividad, invade fácilmente los corazones de quienes en ellas participan rodeados por un extraordinario conjunto de figuras, luces, músicas, cánticos, colores y hasta olores.

Esta es nuestra España. Bien que no estaríamos en el siglo XXI si no uniéramos todo esto a un cierto sentido mercantil entendido como lo que se ha venido en llamar, desde que lo descubriera don Manuel Fraga (q.e.p.d.), interés turístico. Las procesiones de doce ciudades españolas están declaradas de Interés Turístico Internacional y actualmente está en tramitación su declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Mi consejo: déjense ustedes de intentar racionalizar mucho todas estas cosas, olvídense de esto que han leído (si hasta aquí ha llegado el sufrido lector) y sumérjanse en las procesiones que tengan ustedes más a mano. Mejor si son las de su pueblo o ciudad natal.

NOTA: Un seguidor tan versado en el arte de escribir como por mí querido, me advierte que en la entrada de hoy he copiado algún trozo de Wikipedia. Así es y lo digo sin rebozo. Mi blog no pretende ser ciento por ciento original en sus textos. Pretende ser original, en la medida de mis posibilidades, en la corta reflexión sobre las cosas que nos rodean. No obstante, para evitar malos entendidos entrecomillaré en adelante los párrafos que no sean originales míos citando su autor o procedencia.