viernes, 30 de marzo de 2012

Cosas de curas


A la izquierda: el Cardenal Arzobispo de Madrid, don Antº Mª Rouco Varela (Villalba, 1936) en su visita pastoral al poblado chabolista conocido como El Gallinero el pasado miércoles, dia 7. Va revestido con casulla verde y solideo. Se dió un buen paseo departiendo con la gente y preguntado un niño quién era Jesús, respondióle: "El hijo de la Lucía". Inmediatamente dió orden a sus acólitos de que se iniciara un proceso urgente de evangelización en el poblado.

Nos cuenta Jesús Bastante en la web Religión Digital que Rouco instó a los sacerdotes que por allí ofician a traer obleas en lugar de los trozos de pan que habían preparado y que son los que normalmente se utilizan en estas misas. El cardenal tampoco aceptó un báculo de madera que una niña quiso ofrecerle como presente. Alguien se quejaba de que en su homilía Rouco no hablara sobre la marginación, la pobreza y la implicación del cristiano por una sociedad más justa.

A la derecha: el sacerdote Ángel García Rodríguez (Mieres, 1937), fundador de Mensajeros de la Paz, premio Príncipe de Asturias de La Concordia 1994, más conocido como el Padre Ángel. La fotografía corresponde a un reportaje de Ángel de Antonio publicado en el diario ABC, en el que se nos informa acerca de la creación de un comedor para niños con pocos recursos, precisamente el pasado miércoles, día 7.
El comedor se construyó en la misma sede de la Organización y para ello se tiraron tabiques y eliminaron despachos, entre otros el del propio Padre Ángel.

Es curioso que dos personas de la misma edad, la misma religión y dedicación puedan entender ésta de modos tan distintos.

En cualquier caso, yo me quedo con la sonrisa del Padre Ángel dando de comer al hambriento.








"No estamos educados para aceptar la vejez"

El título de la entrada está entrecomillado. Lo hago porque es la entradilla de la entrevista a Issabella Rosselini que aparece en el diario EL MUNDO de hoy, 29 de marzo. Obviamente, la frase es suya.

Hija del cineasta Roberto Rossellini y de la actriz Ingrid Bergman, nació en Roma en 1952. Cumple, por tanto, sesenta años y se ha atrevido a rodar la película 3 veces 20 de próximo estreno en España, una fábula dirigida por Julie Gavras sobre, precisamente, la vejez. Sin complejos, sin miedos, sin alardes, la modelo, actriz y ahora también directora no tiene reparo en declararse, a sus casi 60 años, oficialmente vieja. Que no cansada.

                                                               ¡Bien por Issabella! 

Probablemente una de las mujeres más bellas y fotogénicas del cine de todas las épocas, podemos verla y admirarla con veinte años y con sesenta en las fotografías que ilustran el blog de hoy. Pero más admirable me parece a mí la manera que tiene de llevar sus años y declararse vieja en un mundo y una época en la que la vejez está tan poco considerada que hemos tenido que recurrir a la perífrasis de la Tercera Edad, denominación tan cursi como carente de rigor. Para la Organización Mundial de la Salud la vejez comienza a los sesenta y cinco años y se llega a ella después de unas cuantas etapas que no mencionaré por no aburrirles.

 Ni tampoco nos vamos a aburrir hablando de las implicaciones sociológicas de lo que hoy representa el sustantivo joven, aplicado como adjetivo (que también lo es) a cuanta cosa queremos ponderar sea lo que sea y, si no lo es tanto, pues le damos una manita de fotoshop y ¡hala, a vender, que es de lo que se trata!.

Issabella está muy equivocada; no es vieja, es simplemente mayor. Luego viene ser viejo y quizá, aún más tarde, anciano. Esperamos llegar a ello y que esta mujer lo haga con salud.



viernes, 23 de marzo de 2012

Buscando una respuesta


El teólogo estadounidense William Hamilton ha fallecido el pasado día 13 en Portland (Oregón). Él fue quien en la hiper-religiosa América y nada menos que en 1966 se atrevió a plantear en su obra La nueva esencia del cristianismo: ¿ha muerto Dios?. La cosa, claro está, mereció la portada del TIMES como podemos ver.

La pregunta, hoy, no es en absoluto ociosa; al contrario, deviene muy pertinente para que podamos reflexionar sobre cosas que están pasando en nuestro mundo de hoy, aunque haya precedentes. Debió serlo también en la segunda mitad del siglo XIX tras los terribles vaivenes que significaron, para Europa y América la Ilustración, la Revolución Francesa, las guerras napoleónicas, los nacionalismos exacerbados por el romanticismo dominante y tantas otras cosas que se podrían traer a colación. Es, quizá, la primera vez en la historia que una sociedad se cuestiona de modo riguroso los fundamentos de la moral que rige sus comportamientos.

A modo de ejemplo: a) en 1862 aparece la primera edición de Padre e Hijos de Iván Turguenev, novela en la que los protagonistas, los hijos, son la encarnación del nihilismo, personas que no se inclinan ante ninguna autoridad, que no aceptan ningún principio como artículo de fe; b) en 1882 Friedrich Nietsche decreta en su célebre ensayo La Gaya Ciencia la muerte de Dios.
Toulose: llanto de una madre

En realidad, lo que se vive en esa época es lo que había expresado, casi dos mil años antes, la arquitectura sobrecogedora del Panteón de Agripa, el yerno del emperador Augusto. Dedicado a todos los dioses del Imperio (pan-theos) se diseña en forma circular para que ninguno de ellos tuviera preeminencia. Y ahí está la cuestión: en el mismo momento en que todos los dioses son iguales (pensamiento posmodernista avant la lettre) la moral, las costumbres, las leyes, dejan de tener el fundamento inobjetable de la divinidad.

La primera mitad del siglo XX vivió la eclosión de sociedades fundamentadas en morales totalitarias ajenas a la trascendencia religiosa, ya sea la Nación, ya la Dictadura del Proletariado. Hemos podido comprobar en la carne de nuestros padres el resultado de este intento. En la segunda mitad del XX, como la cosa totalitaria se había demostrado mal camino, la inteligentsia vino en afirmar que todo vale, todo es lo mismo, too er mundo e güeno (permítaseme el casticismo), todo merece un respeto (que se lo pregunten a D. Gustavo Bueno!) y demás zarandajas y estupideces posmodernistas.

Hoy, en el mundo globalizado que nos ha tocado en suerte, estamos un tanto despistados y, a más globalización, mayor despiste. ¿Sería posible en el siglo XXI vislumbrar siquiera una moralidad (ergo costumbres, ergo cuerpos legislativos) valedera universalmente y fundamentada en una autoridad trascendente?. Pues no, obviamente NO. ¿Por suerte?, ¿por desgracia?.

Después de la tragedia de Toulouse he pensado en todo esto. Y me acongoja. Siento haceros partícipes de ello.

viernes, 16 de marzo de 2012

Día del Padre


A la izquierda: San José y el niño de Bartolomé Esteban Murillo.

A lo largo de toda mi infancia y hasta bien entrada la juventud, el día 19 de marzo era un día de especialísima celebración; se diría que un día mágico por cuanto, no se sabe cómo, aparecían tartas por doquier que hacían la felicidad de los ocho hermanos que éramos.

¿Qué celebrábamos?: no el Día del Padre sino el día de mi padre que se llamaba José. Aquella acumulación de tartas obedecía, aunque de pequeñín no lo supiera, a la arraigada costumbre (entonces) de que los clientes hicieran regalos a sus abogados, cosa que era mi padre y no malo. Por otra parte, imagino que para él no tendría más ni mejor sentido celebrar un Día del Padre, cosa de reciente invención. En efecto, la fiesta se celebró por primera vez en España el 19 de marzo de 1948, el año que yo nací, por cierto. Manuela Vicente Ferrero, ¨Nely", era maestra de la Escuela del Barrio de Belmonte, en Madrid. Manuela decidió celebrar por primera vez en su escuela una jornada festiva con la que agasajar a los padres de sus alumnas a petición expresa de algunos de ellos que estaban "celosos" de la celebración del Día de la Madre . Aquella primera jornada en honor de los padres, incluía: misa, entrega de obsequios elaborados manualmente por las niñas y un festival infantil con poesías, bailes y teatro. Sus convicciones religiosas la llevaron a pensar en la idoneidad de elegir la fecha de la onomástica de San José, considerándole modelo de padres y cabeza de la familia cristiana.


 En todo caso, la idea de Manuela tuvo como gran valedor al entonces director gerente de Galerías Preciados, Pepín Fernández, quién en 1953 propagó la idea con una campaña en prensa y radio. Más tarde se sumó su gran competidor, Ramón Areces, por entonces director gerente de El Corte Inglés. España entraba en la modernidad sin ni siquiera haber pasado por el Plan de Estabilización que vendría seis años más tarde de la mano de Laureano López Rodó.


Además, en aquella época había cosas que estaban claras para todos y, aunque Padre se podía decir de no pocas cosas (i.e.: Padre de la Patria, Padre espiritual, etc.) todas ellas lo eran en sentido figurado del esencial: "varón que ha engendrado" como todavía podemos leer en el DRAE. Para engendrar se necesitaba una mujer (aunque no necesariamente la propia) que ponía una parte importante en la gestación y alumbramiento de las criaturas. Pero, ¡ay, amigo, que lejos estábamos de pensar siquiera que eso fuera una gran incorrección!.
Tendrían que pasar la friolera de cincuenta y siete años para que de la mano de José Luis Rodríguez Zapatero se aprobara por Ley el matrimonio homosexual y el derecho de éste a la adopción. En cuanto al primero, expresión perfecta de la figura retórica conocida como pleonasmo, imagino los esfuerzos mentales del entonces ministro de Justicia, López Aguilar, para salir airosamente de las dificultades que tendría para adaptar el lenguaje (¿jerga?) burocrático a este adelanto civilizatorio. Así, por ejemplo, resulta que en los Libros de Familia que daban en el registro Civil ponía: MARIDO-MUJER. Pero como Dios ayuda a los buenos cuando son más que los malos, el Espíritu Santo iluminó a algún probo funcionario y se decidió poner, en lugar de la antítesis dicha, la cosa "Cónyuge A" y "Cónyuge B". Perdóneme el lector que utilice palabra tan genérica y poco precisa como "cosa", pero no se me ocurre otra mejor porque el Espíritu Santo se nos ha ido de puente.

En fín, el lunes 19, onomástica de San José, creo que celebraré el santo de mi padre, que en Gloria esté, porque lo de celebrar el Día del Progenitor B no me apetece nada.


 
NOTA: la fotografía de abajo y a la derecha la he obtenido en la Red y se corresponde con la de un matrimonio homoparental con su hijo adptado. Espero sinceramente no vulnerar con su utilización el derecho a la intimidad de las personas.




jueves, 1 de marzo de 2012

Si vis cenâre para bomba



  Foto a la izquierda: niño cuyo nombre, por supuesto, ignoramos. No así su nacionalidad: Etiopía. 82 millones de habitantes y decenas de millones de ellos niños malnutridos o, simplemente, muertos de hambre en vida (si así es que podemos llamarla).

Foto a la derecha: un gordito sonriente del que, además, sabemos el nombre: Kim Jong-un. También sabemos su nacionalidad: Corea del Norte y también sabemos que es el Presidente de ese país de 24 millones de habitantes. Padece el país, claro, no su Presidente, una hambruna crónica desde 1990 fecha en que la URSS dejó de suministrarle alimentos.



Diario "EL PAIS" de 1 de marzo: Estados Unidos de América enviará 240.000 toneladas de alimentos al régimen norcoreano.

Bien, está muy bien dar de comer al hambriento (obra de misericordia, por cierto); pero el problema es que, a pesar de toda la riqueza que tiene el amigo americano, ayuda a unos sí y a otros no. Vaya problemón para el que tiene que decidir, pensaríamos los un poco ingenuos o poco avisados. Pues no, no debe de ser un gran problema, porque en la misma noticia podemos leer que, a cambio de esa ingente cantidad de alimentos, Corea del Norte paraliza su plan nuclear.

Moraleja: si quieres comer tienes que tener la bomba atómica (o casi). Beati possidentes (para los de la LOGSE: "felices los que poseen"). Así es la cosa.