Era el día 6 de enero de 1952 por la mañana, relativamente temprano. Entré en una habitación de la mano de mi hermano mayor y ¡oh, sorpresa!: los Santos Reyes Magos nos habían dejado un caballito de cartón con balancín, más o menos como este que adorna el blog.
Han pasado sesenta años desde entonces. Me parece que aquel era otro mundo; pero está tan fuertemente impreso en mi mente que muchas veces confundo ambos mundos en la confección de un razonamiento o en la emisión de un juicio.
De ahí el título de mi blog.
No sé si lo utilizaré mucho, poco o nada, pero lo he creado con el nada secreto propósito de comunicarme con la gente. Gente que me conoce, seguro, pero también gente que no o, dicho de otro modo, gente que nos hemos cruzado en la nube, en esa cosa tan grande, tan inmensa que llamamos "la red".
Hasta la próxima!