A la izquierda, Tito Livio. Escribió una obra monumental en 142 libros, Ab urbe condita, conocida entre nosotros como "Historia de Roma desde su fundación", obra de incalculable valor para el conocimiento de nuestra historia.
Para un romano (de Padua) que vive en el siglo anterior a Cristo, ciudadano de un imperio que fue el mayor conocido hasta entonces y con más de 700 años de historia, el sentimiento de pertenencia y el orgullo de formar parte de ese largo discurrir de los años, debería de ser muy fuerte. Pero hay más; con 25 años se le encarga de la educación del futuro emperador Claudio que contaba, a la sazón, 17 años. Claudio había nacido en Lugdunum, hoy Lyon, y fue el primer emperador romano nacido fuera de la península itálica (me pregunto si ya entonces se comía allí tan estupendamente como se hace ahora, aunque no hubiera nacido todavía Paul Bocusse).
Quizá este hecho, el ser preceptor de un futuro emperador, fuera determinante para que escribiera esta monumental historia. Es obvio que su alumno, muy aventajado por cierto, tenía, debía, inexcusablemente, que conocer el pasado de su pueblo, sino incluso ser la quintaesencia y la representación carnal de esa gloria.
A la derecha: imagen del festival de música Rock in Rio, evento organizado por el empresario Roberto Medina en Río de Janeiro en 1985. La sexta edición tiene lugar en 2008 entre Lisboa y Madrid y la octava, en este año de gracia de 2012, en Madrid nuevamente. No es muy larga su historia, pues. Y, sin embargo, me gustaría transcribir la crónica de Darío Prieto en el diario EL MUNDO de hoy.
"Después de la musicalmente paupérrima primera jornada... la deserción de Rihanna dejó el césped artificial del recinto de Arganda del Rey como un desolador erial, con casi más trabajadores... que público asistente".
No sé si Roberto Medina tendrá a alguien en su organización que recopile de alguna manera la historia de este evento. En cualquier caso, no necesitará de un Tito Livio.
Ni saber latín, claro está.